Un episodio dedicado al vínculo entre las palabras y las ideas, entre el lenguaje y el pensamiento.
Después de una introducción inpirada por reflexiones de José Antonio Marina, examinamos 2 problemas de pensamiento muy actuales, relacionados con las palabras:
- la falsa claridad
- la opacidad
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Los 2 autores que nos aportan su sabiduría desde el pasado son:
Montaigne (Francia, siglo XVI):
"La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha "
Nicolas Boileau (Francia, siglo XVII):
"Lo que se concibe bien se puede expresar con claridad
y las palabras para hacerlo vienen con facilidad "
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El libro recomendado en este episodio es la obra maestra 1984 de George Orwell.
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Gracias por entrenar tu Pensamiento Crítico con este Episodio nº 3 de Tu Rincón de Pensar dedicado a la estrecha relación que existe entre las palabras y las ideas, entre el lenguaje y el pensamiento
Justo estos días, he estado leyendo un curioso libro de José Antonio Marina titulado “Historia visual de la inteligencia”
En uno de los primeros capítulos, Marina escribe sobre la relación entre la Realidad – la Percepción que tenemos de la realidad (es decir nuestra representación mental) y finalmente las Palabras
Escribe “Vivimos en un triple mundo de cosas reales, de cosas representadas en la mente y de palabras”
Más en adelante, precisa: “Una palabra es una representación lingüística de una representación mental, es decir, un signo de segundo nivel, un signo de una representación previa.”
Si nos fijamos en estos 3 niveles a los que apunta Marina, entendemos con qué facilidad pueden aparecer las incomprensiones que impiden que las personas se puedan poner de acuerdo en una conversación.
Voy a usar un ejemplo para que lo puedas visualizar.
Imagínate que traemos a un barrio obrero de Madrid a 2 niños de 10 años. El primero viene de un pueblo de Burundi (uno de os países más pobres del mundo) y el otro viene de Beverly Hills (uno de los barrios más adinerados de Los Angeles).
El niño de Burundi ve riqueza y el niño de Beverly Hills ve pobreza.
Sin ir a los extremos de este ejemplo, Tú y yo podríamos ser los conejillos de India de este experimento y seguramente cada uno tendríamos una percepción distinta de esta realidad.
Algunos sacan una conclusión errónea de esto: dicen que todo es relativo y que no existe una verdad. Esto es el relativismo y tendremos la ocasión de volver sobre esto en otro episodio.
De momento quiero centrarme en la importancia de las palabras.
Para llegar a pensar bien esta realidad, ves que no basta con tener en tu vocabulario las palabras “pobreza” y “riqueza”. Para pensar bien esta situación y poder debatir de ella con otros, necesitas saber que existe un concepto que se llama el umbral de pobreza y que define para cada contexto (generalmente un país) el nivel de ingresos que marca el limite entre lo que es pobreza y lo que no.
Cuando usas este concepto y estas palabras accedes a un nivel más preciso y objetivo. Ya puedes empezar a pensar y sobre todo a pensar con otros.
Estas reflexiones de José Antonio Marina me han abierto los ojos sobre algo, sobre un problema de pensamiento que nace del propio lenguaje.
Está claro que para pensar necesitamos el lenguaje. Antes incluso de comunicar a alguien tu pensamiento, para desarrollarlo, tienes conversaciones contigo mismo. Literalmente “te preguntas cosas”. No sé tú pero yo a veces me sorprendo hablando en voz alta mientras pienso.
He de reconocer que la mayoría de las veces que me ocurre es para regañarme a mí mismo de haber sido tonto. Es algo tan íntimo que me sale siempre en francés.
Volviendo al tema: para pensar, necesitamos palabras.
La calidad de nuestro pensamiento va a depender entre otras cosas de la calidad de nuestro lenguaje y de la amplitud de nuestro vocabulario. A más palabras, más posibilidad de expresar pensamientos elaborados, precisos y llenos de matices.
Si tenemos dejadez en el lenguaje, se empobrecerá nuestra capacidad de pensar.
Por cierto, si quieres entender mejor el vínculo que existe entre el empobrecimiento del vocabulario y su repercusión sobre el pensamiento los ilustra, te recomiendo que leas la mítica novela 1984 de George Orwell. En este libro escrito en 1949, Orwell describe un régimen dictatorial que hace todo lo posible para que la gente deje de pensar. Para lograrlo, se esfuerzan para empobrecer el vocabulario. Recuerdo una escena en la que un protagonista se felicita de ver que cada año hay menos palabras en el diccionario oficial.
No te voy a engañar, es un libro duro, oscuro, pero es una obra maestra que merece la pena leer si todavía no la conoces.
Después de este recordatorio de la importancia de las palabras y de la riqueza del vocabulario para pensar, nos vamos a mover hacia otro plano.
Tener poco vocabulario no es el único obstáculo al pensamiento crítico relacionado con el lenguaje.
Voy a dedicar lo que queda del episodio en alertarte del peligro relacionados con el uso engañoso de las palabras.
Creo que existen 2 variantes de este problema: por un lado, tenemos lo que llamo la Falsa claridad y, por otro lado lo que he bautizado el Lenguaje de opacidad
Vamos a empezar con la Falsa claridad
Llamo “falsa claridad” a las simplificaciones engañosas de los demagogos y populistas que proponen soluciones ultra simples a problemas ultra complejos.
Hay falsa claridad cuando alguien propone acabar con el paro prohibiendo la inmigración
Para coger un ejemplo más actual y preciso hay falsa claridad cuando un partido comunica a sus electores que lo que impide subir las pensiones de los ancianos es la acogida de Inmigrantes menores no acompañados por adultos. No vamos a entrar en el debate moral de saber si se puede o no dejar sin asistencia a inmigrantes menores de edad que han llegado solos a Madrid. Si nos limitamos a mirar las cifras, vemos que dejar de financiar las estructuras de acogida de estos menores permitiría incrementar las pensiones de poco más de un euro al mes. Obviamente No es una solución y sólo un uso del lenguaje de la falsa claridad permite emitir este discurso.
Hay falsa claridad cuando se hace creer a la gente que por sustituir a los coches de diésel y gasolina por coches eléctricos vamos a resolver el problema del calentamiento global. Depende de como vamos a producir la electricidad…
Ten mucho cuidado con esta gente que invoca el sentido común para resolver problemas complejos. Es un insulto a la inteligencia hacer creer que los problemas complejos tienen solución sencilla. De ser así, ¿no crees que estarían resueltos desde hace mucho?
Además de la protegerte de la falsa claridad, activar tu pensamiento crítico te protege del Lenguaje de opacidad
Llamo así a la complejidad artificial que usan algunos para esconder una mentira.
Es el caso cuando un empleado de un banco vende un producto financiero de alto riesgo a una persona que no tiene la más mínima formación financiera disimulando este riesgo debajo de una capa de jerga: “high yield blablablá cobertura de divisa blablablá SWAP blablablá derecho preferente blablablá gran rentabilidad y una firmita aquí por favor)
El lenguaje de la opacidad es también lo que usa la gente que sufre de pedantería intelectual, esta gente que quiere parecer más inteligente de lo que es y sobre todo que quiere mantener el otro a distancia. Hace poco leía un libro de filosofía de un autor así. La idea que quería transmitir era interesante pero su estilo casi impedía el acceso a la idea. ¡¡Había frases de 11 líneas!! No sé tú pero yo no puedo leer esto. Cuando llego al punto final, estoy sin aliento y no me acuerdo ni del inicio de la frase.
El mejor ejemplo de este fenómeno lo encontramos en un experimento llevado a cabo por el físico y profesor de universidad Alan Sokal en 1996.
Sokal quería denunciar el uso cada vez más extendido en el mundo académico de una jerga absolutamente opaca. Entonces, escribió un artículo titulado “Transgredir los límites: Hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica” y lo mando a la revista Social Text que lo publicó. El problema es que no era un artículo científico sino un bulo. Era un texto muy enrevesado, pero sin ningún sentido.
Con este experimento, Sokal denunciaba el esnobismo intelectual. No debemos caer en esta trampa que consiste en dar por hecho que un texto o discurso opaco esconde ideas brillantes.
Al contrario, deberías acordarte de las sabias palabras de Nicolas Boileau (autor francés del siglo 17) quién dice:
“Lo que se concibe bien se puede expresar con claridad
y las palabras para hacerlo vienen con facilidad”
Siendo ahora muy prácticos, ¿qué puedes hacer para luchar contra estos dos enemigos del pensamiento que son la falsa claridad y la opacidad?
Es el momento de acordarte de la frase de Montaigne de la introducción:
“La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha.”
Tenemos una doble responsabilidad porque somos a veces emisores y otras veces receptores y ejercer esta responsabilidad es precisamente la parte de entrenamiento de este episodio.
Voy a empezar con tu responsabilidad como emisor:
1º Debes tener un firme compromiso con la verdad
No uses ni la falsa claridad ni la opacidad porque en definitiva son mentiras
2º Se honesto, habla con el auténtico objetivo de ser bien entendido. Tener pensamiento crítico es también evitar de añadir ruido
3º No te acomplejes. A ver como explico esto sin liarme… el camino está entre la simplificación y el pedantismo. No tienes por qué ocultar tu vocabulario. Aquí reconecto con la 1ª parte del episodio y la relación entre la riqueza del vocabulario y la capacidad de pensar à debemos aspirar a pensar mejor (ambición de calidad) à en lugar de simplificar, debemos usar las palabras adecuadas que permiten expresar la sutileza. Y si el receptor no tiene el vocabulario ya es su responsabilidad.
Y paso entonces a nuestra responsabilidad como receptores:
Debes tener la humildad de Preguntar
1º Pregunta para Desenmascarar la falsa claridad:
Cuando alguien te presenta una burda simplificación, debes formular preguntas para sacarle los matices que no te da de primeras. Esto lo tienes que hacer no sólo para dejar en evidencia a un demagogo o a un populista. No importa tanto castigar a este que abrir los ojos a alguien que repite este discurso sin saber que es una malintencionada simplificación o a alguien que está en el público receptor como tu pero que no ha podido detectar la maniobra del emisor malintencionado.
2º No aceptes la opacidad y atrévete a decir que no entiendes este discurso y a preguntar para obtener aclaraciones
¡Ojo no confundas esto con rechazar la complejidad! No es de los matices que debes sospechar, es de la jerga infumable y del pedantismo intelectual.
Hemos llegado al final de este episodio. Si te tienes que quedar con una idea central es la de tomarte las palabras en serio.
Cuando hablas tú, acuérdate de tu firme compromiso con verdad y de intentar siempre expresarte para que los demás ten entiendan bien
Cuando habla otro, haz el esfuerzo de escuchar atentamente y atrévete a preguntar para desenmascarar a los charlatanes o sencillamente para entender y aprender.
Gracias por entrenar tu Pensamiento crítico con nosotros.
Te recuerdo que el Pensamiento Crítico es también un deporte de equipo. Cobra todo su sentido cuando permite mejores conversaciones y auténticos diálogos. Por favor, piensa en un familiar, una amiga o un compañero de trabajo que crees que se podría beneficiar de una visita a Tu Rincón de Pensar. ¿Tienes a alguien en mente? Genial, mándale una invitación entonces
Desde un punto de vista práctico, lo más sencillo es que mandes a esta persona la dirección de la página web www.turincodepensar.es donde podrá encontrar toda la información sobre el podcast
¡Que pases una muy buena semana y à bientôt!